Del sufí:
Mulá Nasrudin, una vez entro en una tienda y le pregunto al propietario, "¿Alguna vez me ha visto antes?"
-No-fue la respuesta.
-Entonces-exclamó Nasrudín, "¿cómo sabes que soy yo?"
Mulá Nasrudin, una vez entro en una tienda y le pregunto al propietario, "¿Alguna vez me ha visto antes?"
-No-fue la respuesta.
-Entonces-exclamó Nasrudín, "¿cómo sabes que soy yo?"
De la antigua Babilonia:
Era la época triste después de la muerte del justo dios joven de la primavera, Tamuz. La bella diosa, Ishtar, que amaba mucho a Tamuz, lo siguió hasta las salas de la Eternidad, desafiando a los demonios que guardan las puertas del tiempo.
Era la época triste después de la muerte del justo dios joven de la primavera, Tamuz. La bella diosa, Ishtar, que amaba mucho a Tamuz, lo siguió hasta las salas de la Eternidad, desafiando a los demonios que guardan las puertas del tiempo.
En la primera puerta, el demonio guardián obligó Ishtar a entregar sus sandalias, que según los sabios simboliza renunciar a la voluntad. Y en la segunda puerta, Ishtar tenía que entregar sus tobilleras de joyas, los sabios dicen que significa renunciar al ego. Y en la tercera puerta, ella entregó su túnica, que es lo más difícil de todo, porque significa renunciar a la propia mente.
En la cuarta puerta, ella rindió sus pecheras doradas, que es renunciar a los roles sexuales. Y en la quinta puerta entregó su collar, con el se despoja del éxtasis de Iluminación. Y en la sexta puerta rindió sus aros, que es renunciar a la Magia. Y, por último, en la séptima puerta, Ishtar entregó su corona de mil pétalos, que significa renunciar a la Divinidad.
Fue sólo así, desnudo, que Ishtar podría entrar en la eternidad.
En la cuarta puerta, ella rindió sus pecheras doradas, que es renunciar a los roles sexuales. Y en la quinta puerta entregó su collar, con el se despoja del éxtasis de Iluminación. Y en la sexta puerta rindió sus aros, que es renunciar a la Magia. Y, por último, en la séptima puerta, Ishtar entregó su corona de mil pétalos, que significa renunciar a la Divinidad.
Fue sólo así, desnudo, que Ishtar podría entrar en la eternidad.
De la tradición Zen:
Un monje que había meditado mucho tiempo en busca de Iluminación finalmente recibió un gran destello de intuición. Corriendo a su Roshi (Maestro Zen), el monje gritó: "¡Ya lo tengo! lo tengo!
Esa roca está dentro de mi cabeza. "
"Usted debe tener una cabeza grande", respondió el Maestro, "para mantener
una roca de ese tamaño. "
Un monje que había meditado mucho tiempo en busca de Iluminación finalmente recibió un gran destello de intuición. Corriendo a su Roshi (Maestro Zen), el monje gritó: "¡Ya lo tengo! lo tengo!
Esa roca está dentro de mi cabeza. "
"Usted debe tener una cabeza grande", respondió el Maestro, "para mantener
una roca de ese tamaño. "
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