28 de abril de 2011

Fabulas

Del sufí:
Mulá Nasrudin, una vez entro en una tienda y le pregunto al propietario, "¿Alguna vez me ha visto antes?"
-No-fue la respuesta.
-Entonces-exclamó Nasrudín, "¿cómo sabes que soy yo?"

De la antigua Babilonia:
Era la época triste después de la muerte del justo dios joven de la primavera, Tamuz. La bella diosa, Ishtar, que amaba mucho a Tamuz, lo siguió hasta las salas de la Eternidad, desafiando a los demonios que guardan las puertas del tiempo.
En la primera puerta, el demonio guardián obligó Ishtar a entregar sus sandalias, que según los sabios simboliza renunciar a la voluntad. Y en la segunda puerta, Ishtar tenía que entregar sus tobilleras de joyas, los  sabios dicen que significa renunciar al ego. Y en la tercera puerta, ella entregó su túnica, que es lo más difícil de todo, porque significa renunciar a la propia mente.
En la cuarta puerta, ella rindió sus pecheras doradas, que es renunciar a los roles sexuales. Y en la quinta puerta entregó su collar, con el  se despoja del éxtasis de Iluminación. Y en la sexta puerta rindió sus aros, que es renunciar a la Magia. Y, por último, en la séptima puerta
, Ishtar entregó su corona de mil pétalos, que significa renunciar a la Divinidad.
Fue sólo así, desnudo, que Ishtar podría entrar en la eternidad.

De la tradición Zen:
Un monje que había meditado mucho tiempo en busca de Iluminación finalmente recibió un gran destello de intuición. Corriendo a su Roshi (Maestro Zen), el monje gritó: "¡Ya lo tengo! lo tengo!
 Esa roca está dentro de mi cabeza. "
"Usted debe tener una cabeza grande", respondió el Maestro, "para mantener
una roca de ese tamaño. "

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